lunes, 8 de diciembre de 1997

El papel del sodio en la salud y en la enfermedad

La carencia de sodio nos deshidrata. El organismo no puede absorber más el agua y la elimina fácilmente. Un poco de sal nos nutre y salva una vida.

Con el exceso de sodio, provocamos hipertensión arterial. Nos sobra agua en el organismo. Cuanto más se eleva la presión sanguínea, más se reduce la esperanza de vida. La tensión elevada se correlaciona con la aparición de accidentes vasculares del cerebro y del corazón.

Así nos exponemos a hemorragias y a deterioros cerebrales, la disminución de la capacidad intelectual es notoria.

Evidentemente, la relación del sodio con la hipertensión no puede aislarse de otras causas, como el estrés, la herencia, el estreñimiento por el que almacenamos demasiado sodio en nuestros intestinos, la disfunción renal que impida eliminarlos.

El sodio se distribuye sobre todo en el medio extra-celular, es decir, fuera de la célula, y muy escasamente en el medio intracelular.
Basta con un kilo de sal al año. Actualmente, el promedio rebasa los cinco kilos. La factura que nos cobra la naturaleza no se hace esperar.

El potasio sigue en movimiento inverso. Regula el volumen de agua en la célula, aumenta la excitabilidad neuromuscular y activa los sistemas enzimáticos. Se requiere de 2 a 4 gramos por día. La alimentación con frutas y verduras, llena los requerimientos. Su ausencia produce perturbaciones graves.

La relación potasio-sodio, permite definir el poder diurético de los alimentos. Por lo común, los vegetarianos no padecen de hipertensión. El potasio se compota, como antihipertensor. El sodio (sal) ese el agresor, el potasio (frutas, verduras y germinados) es el benefactor.

Juandiegouribe
8 de diciembre de 1997

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